En la aldea de Nalma (Nepal), la mayor parte de la población masculina adulta se ha ido al extranjero a trabajar, dejando solo a niños, mujeres y ancianos. Foto por Mokhamad Edliadi/CIFOR.

La migración planificada podría jugar a favor de la adaptación al cambio climático

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La reciente publicación del reporte especial del IPCC sobre el calentamiento global nos recordó que se requiere de la acción inmediata para evitar los potencialmente catastróficos impactos del cambio climático. Una de las consecuencias de una respuesta tardía podría ser el desplazamiento masivo de personas, cuando áreas vulnerables al cambio climático se vuelvan inhabitables. Las personas se verán forzadas a abandonar sus hogares para buscar medios de vida y oportunidades económicas en otros sitios.

HISTORIAS CONECTADAS

Los países más pobres y en desarrollo, con grandes poblaciones dependientes de la agricultura, son particularmente vulnerables dada su susceptibilidad a las condiciones climáticas cambiantes. Mientras que estos países consideran los retos que enfrentarán en el futuro, ¿podrían intervenir de forma temprana para facilitar una reubicación planeada y coordinada?

El concepto de “migración como una forma de adaptación” está ganando apoyo, al tiempo que el cambio climático se intensifica. Esto se vio reflejado, por ejemplo, en el emblemático Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular –el primer acuerdo intergubernamental de alto nivel que aborda la migración de una forma integral–; y que impulsa a sus estados miembros a favorecer la disponibilidad y flexibilidad de vías para una migración regular, incluida aquella que es resultado de la degradación ambiental y los impactos adversos del cambio climático.

INCLUIR A LA MIGRACIÓN EN LOS PLANES DE ACCIÓN CLIMÁTICA

La  migración está en aumento. Un reporte de la ONU dado a conocer en 2015 encontró que en los 15 años previos, el promedio de crecimiento del número de migrantes internacionales –gente que vive en un país que no es el de su nacimiento– era más alto que el promedio de crecimiento de la población mundial. A pesar de que los números incluyen emigrantes, refugiados y trabajadores, estos indican que el número de personas que cruzan fronteras se está incrementando.

Al incorporar reubicaciones coordinadas en los procesos de planeación nacional, los gobiernos pueden apoyar los objetivos de desarrollo, mientras alivian las potenciales presiones sociales y económicas de la migración.

La anticipación es también crucial para evitar que las personas se muevan de una zona climáticamente vulnerable para terminar en otra, donde el peso de una población nueva y extensa podría exacerbar los problemas ambientales.

Las opciones para facilitar la “migración como una forma de adaptación” podrían incluir la eliminación de leyes que limiten la movilidad; el apoyo a la migración circular y esquemas de trabajo temporal; la reubicación estratégica de personas a zonas con un déficit en mano de obra y personal capacitado; y el establecimiento de bloques de comercio regional  que amplíen el libre movimiento de bienes y servicios para incluir personas. Acuerdos como éstos, ya han sido firmados entre Colombia y España, y las islas del Pacífico, Australia y Nueva Zelanda.

Los programas de protección social deberían también volverse portátiles y funcionar en respuesta a cambios en la movilidad humana. Los migrantes pueden contribuir más al medio que los rodea si tienen seguridad en sus derechos; disfrutan de libertad económica y política; y tienen acceso a servicios educativos, de salud y financieros. Con la correcta asistencia social, la migración podría traer amplios beneficios sociales.

LA MIGRACIÓN COMO DESARROLLO

Bien manejada, la migración tiene el potencial de ayudar de forma significativa al desarrollo y la resiliencia de comunidades vulnerables al cambio climático.

La migración permite la circulación de nuevas habilidades, innovación y recursos, y, a su vez, estos recursos podrían invertirse en adaptación climática.

El Pacto Mundial ofrece alternativas para que los países puedan ayudar a facilitar esto, incluyendo el tránsito libre, sin barreras, y flexible; y la creación de asociaciones con organizaciones que trabajan en dispersión para fortalecer la ayuda filantrópica y para que el apoyo internacional esté sustentado en conocimiento e información.

Los países también pueden promover la inversión de los migrantes y el espíritu empresarial a través de apoyo administrativo y legal, y la creación de productos financieros dirigidos a los migrantes, tales como contrapartes para inversión en capital inicial y bonos para migración.

Una mejor reglamentación en torno a las remesas es igualmente clave, asegura el reporte. Además de ofrecer un sustento para hogares que viven en pobreza, el dinero que los migrantes envían a sus casas sirve como ingreso adicional para que familias y comunidades puedan adquirir nuevas tecnologías agrícolas e insumos, y sirven como una red de seguridad en relación a los riesgos asociados con la adopción de prácticas nuevas y poco convencionales. Alinear de forma estratégica la migración planificada con oportunidades de empleo, puede ayudar a asegurar flujos estables de transferencia de dinero.

Por ello, el Pacto hace un llamado para que las opciones de transferencia de dinero sean más rápidas, seguras y económicas. Con frecuencia, los migrantes tienen que pagar altos costos para enviar dinero, lo que limita el potencial para generar desarrollo a partir de las remesas. También alienta a que los migrantes opten por servicios informales y de mayor riesgo. El Pacto apoya iniciativas para poner un tope de 3 por ciento a los costos de las transacciones, estimular la competencia en el sector de transferencia de remesas y lograr transferencias más accesibles a través de pagos con telefonía móvil, banca electrónica y otras tecnologías.

Sin embargo, podría ser difícil lograr que quienes se encargan de la toma de decisiones actúen de acuerdo a estas sugerencias.

La migración no siempre es vista como algo positivo, y con frecuencia se le considera como una falla en las políticas de desarrollo o como una amenaza a la estabilidad.

Una parte vital del Pacto es la noción de que las percepciones negativas necesitan cambiarse. Las personas migrarán más y más, conforme los efectos del cambio climático sigan aumentado, y sería mejor para el bienestar y los intereses de la sociedad en su conjunto, si los gobiernos planean con anticipación, actúan de forma temprana y coordinan los movimientos migratorios.

Evitar los problemas relacionados con el desplazamiento de personas puede ayudar –en lugar de perjudicar– a la adaptación.


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